Campos
magnéticos
Hay un ruido rápido
y caótico alrededor. Todo se mueve a la vez. El hombre se sorprende de que
nada se desmorone. Ha ido al confín norte del universo y acaba de llegar de
vuelta, para encontrarse con una lluvia militar y con un himno ensordecedor de
rayos, truenos y ecos.
Tuvo un sueño en el
que era un tipo normal con una familia normal, con dos hijitas y una esposa
amable. El sueño duró lo que el viaje de vuelta, unas dos horas, pero los
efectos han sido de veinte años. Los malos y los buenos.
Suena el mar, abre
otra vez los ojos y se ve durmiendo, con cara de estar envejeciendo mal. Toda
la vida pensando que uno debe conocer la verdad, perseguirla y hacerla suya y,
al final, se pregunta para qué coño le vale, si es una mierda. Una mierda se
mire como se mire.
El hombre se planta
delante de Dios, que lo mira y lo observa por encima de lo que sea que está
leyendo. Le ve la cara de "¿esto era?" y Dios le dice que sí, que esto
era, y que ahora ya no tiene remedio. De repente todo cuadra, y al hombre se le
presenta la historia del mundo desde el inicio del tiempo, rápida como el aire
y sólida como la roca.
Sí, esto era. Y
siente que va a empezar a llorar un llanto universal, pero no lo hace, porque
da igual. Blasfema mentalmente lo más sucio que al hombre se le ocurre, pero
Dios solo alcanza a perderle la mirada y volver a sus letras con cierta cara de
amargura, con la expresión del que también tiene sus problemas.