Centremos, en primer lugar, el objeto de este comentario, señalando que nos referiremos sólo al progresismo patrio (el otro no ha dado en estos días ningún motivo para su revisión, más allá de su de por sí patológica continuidad).
Vamos a ello, con un par de noticias que calificaríamos de simpáticas, no sin cierta media sonrisa facial. Carod Rovira ha declarado que Cataluña no puede pagar la sanidad de los países del norte de África. ¿Cómo? ¿Está este hombre insinuando lo que parece evidente?
No. No lo insinúa, lo dice abiertamente. Una cosa es que, de cara a la galería y para mantener la pátina progresista, se diga que "papeles para todos" y que no se pueden poner puertas a los desfavorecidos que llegan del sur, sobre todo cuando no se está en el gobierno, o no se ha presentado todavía el problema migratorio en fase aguda. Otra cosa muy distinta es tener responsabilidades de gobierno y tener que afrontar el problema cara a cara.
Entonces donde dije digo digo Diego, y ahora manifiesto que "bueno, tampoco vamos a a estar aquí solucionándoles el problema a los desfavorecidos de todo el mundo, ni vamos a gastar papel a diestro y siniestro".
Caso segundo: el PSOE manifiesta este fin de semana un cambio en su política migratoria, y señala que a partir de ahora aplicará "mano dura" en los casos de inmigración ilegal.
¿Ha dejado el progresista Carod-Rovira de serlo?¿Ha abandonado el PSOE la senda del progresismo?
Pues no, lector, nada de eso. A Carod-Rovira le ha salido el político que en realidad lleva dentro, excluyente e insolidario con todo el que no sea catalán y nacionalista, y pretenda (terrible aspiración) que una zona próspera como Cataluña le acoja como desfavorecido que es.
Respecto al PSOE, tampoco ha dejado de ser progresista. Simplemente se ha dado cuenta de que lo insostenible no puede sostenerse (ha necesitado el partido de la rosa año y medio de legislatura) y de que el planteamiento "buenrrollista" sobre la inmigración sólo funciona en la oposición, pero no en el gobierno. Al final le sale también la parte excluyente e insolidaria que sólo lo era cuando gobernaba el PP.
Pero hete aquí que, a pesar de lo ocurrido, ninguno de los dos aludidos pierde la legitimidad progresista que, por el hecho de existir, tiene otorgada la izquierda (haga lo que haga). Ni un ápice de progresismo han perdido ni Carod-Rovira ni el PSOE.
Que ¿por qué? Muy fácil: los que reparten los carnés de progresista son los de su cuerda, y acaban de modificar las reglas del juego a mitad de partido. Lo hecho sigue siendo progresista, no por su contenido, sino porque lo han hecho "ellos".
Si el lector no entiende cómo esta actitud diametralmente opuesta a la anteriormente manifestada sigue siendo igualmente progresista puede refugiarse en las páginas de El País, donde explican cómo una postura y su contraria son totalmente progresistas si vienen de la izquierda.
No comments:
Post a Comment