Monday, August 22, 2011

Wall Street y el tocomocho


Hagan un esfuerzo.

Lean A Scientific Romance, obra de 1997 escrita por el canadiense Ronald Wright. La novela describió acertadamente hace 14 años el engaño que estos últimos tiempos han puesto sobre la mesa, o sea, el de la economía.

Para no desvelarles mucho el asunto, les diré solamente que el protagonista de la novela describía la civilización como una trama piramidal. Y años después, en otra obra suya del máximo interés (sí, sí del máximo), pero no de ficción, hablaba de la civilización como una "sociedad compleja basada en la domesticación de plantas, animales y seres humanos”, en referencia (como señala el genial observador y sintetizador Jorge Riechmann) a las sociedades organizadas al estilo moderno, con sus clases sociales, sus élites dirigentes, su división del trabajo y su aura de paraíso.

Indicaba Riechmann en una reciente ponencia que todo recuerda a Ponzi, el célebre estafador que sistematizó el timo piramidal y lo elevó a categoría de respetable ciencia.

Todo en esta crisis recuerda a Ponzi, en efecto, porque de manera directa (aunque referido ahora a lo social y no a lo puramente monetario, que también) las ganancias de los primeros inversores (o sea de las primeras civilizaciones occidentales que han hiperdesarrollado el sector financiero sobre el productivo) se deben a los recursos aportados por los nuevos "inversores" (o sea, las últimas sociedades en unirse a la fiesta de lo financiero, como los países emergentes y aquellos que se han dejado engañar para unirse a la comunidad europea, sobre la promesa de conseguir en el medio plazo una aproximación rapidísima al estado del bienestar mostrado por las teleseries de los wasp).

Hagan otro esfuerzo.

Lean Breve historia del progreso, del mismo Ronald Wright, canadiense espabilado (que los hay), que observó (y Riechmann sintetiza) que los desarrollos de las civilizaciones de nuevo cuño (o, mejor, de las sociedades recientemente descubridoras del chollo financiero) se basan en ese esquema piramidal, que solo funciona si crece la cantidad de nuevas víctimas.

Ha pasado con las hipotecas subprime y sigue pasando con gran parte de las operaciones inmobiliarias en España y Europa. Sólo se caerá el invento cuando haya un número relevante de individuos que digan "a estos precios no compro" o "con estas comisiones no trabajo" (otro día hablaré de la degradación del concepto de comisión, cosa que, por cierto, me recuerda que la decadencia de una cultura comienza con la de su lenguaje).

Si India, Brasil, China y otros países quieren acercarse al sistema "occidental", que sepan que van a ser los últimos inversores del sistema de Ponzi, es decir, los que van a pagar los disparatados emolumentos de los gestores de fondos, los rescates de los bancos norteamericanos con dinero público y el pato de la crisis durante muchos años.

Salvo que encuentren nuevos incautos y los conviertan en los ultimísimos inversores del sistema de Ponzi. Mientras haya incautos habrá timadores. La pena es que, a diferencia de lo que ocurre con el castizo tocomocho, en el timo financiero occidental el grueso de los timados muere sin enterarse de su condición de alma de cántaro. El resto, prefiere simplemente hacer como que no se ha enterado.

Así estamos. El último que (a)pague la luz.

Friday, August 12, 2011

REVELACIONES




"El poder no corrompe: desenmascara".
Ruben Blades



Interesantes tiempos nos está tocando vivir. Europa se convulsiona, con supuestas revueltas sociales, y los mercados financieros entran en una curiosa vorágine de datos y contradatos, de previsiones catastrofistas que se oponen a las sonrisas de los magnates.

De toda situación de crisis se saca alguna lección o, en el peor de los casos, una revelación. La constatación palmaria de algo que podía uno temerse o imaginar, pero que no se había mostrado aun abiertamente.

En estos días, y al hilo de lo que pasa en Londres, en las calles incendiadas por las hordas de los de la sudadera con capucha, la providencia nos regala la revelación de algunas perlas. El mandamás del Reino Unido vuelve de sus vacaciones porque varios grupos de jóvenes afectados por el calor (tan afectados como el conductor de autobus que siguió con su labor, y seguro que menos afectados que el panadero que cuece el pan de los sandwiches que se meten los bárbaros "between chest and back") andaban vandaleando la ciudad.

Y el vacacionero interrumpido, tornado en encorbatado apresurado, valora sesudamente con sus sesudísimos asesores lo ocurrido en la ciudad del "mind the gap". Habrá dicho muchas cosas, seguro, pero la mejor, la más reveladora, ha sido ésa de que va a limitar el acceso y uso de la redes sociales y el uso de los servicios digitales de mensajería instantánea, tipo Whatssapp o BBerry Messenger, porque al parecer la turba se comunica a través de tan diabólicos sistemas.

Y ahí está la revelación: este tipo, el jefe de la privilegiada clase política inglesa, es un dictador totalitario, además de ser (o hacerse el) tonto de baba. No sé si le dejarán ejercer como lo primero, pero nadie le va a quitar el capricho de ejercer como lo segundo.

Como la argumentación lógica de la anterior afirmación exigiría más líneas de las que con la temperatura de hoy estoy dispuesto a escribir, me iré al final del rollo disertativo y concluiré con el párrafo siguiente a modo de pregunta retórica al sujeto.

Cameron, escuche: ¿ha pensado usted prohibir también el teléfono?¿y el lenguaje humano?