Monday, October 22, 2007

ImbéZil

Perdóneme, Sr. Presidente, pero Vd. se ha pasado.

El video que ha presentado su partido es un evidente insulto a la inteligencia, no ya del ciudadano de mediano nivel de raciocinio y de tendencia política indeterminada, sino también (y especialmente) a la inteligencia de sus votantes.

¿Ésto es todo lo que tiene que ofrecer la cabeza visible del PSOE?¿Es este el elemento diferencial que puede Vd. aportar respecto del partido de oposición para conseguir que el empate técnico que existe en estos momentos se decante a favor de su grupo?

Vamos a ver (que es que uno ya se pone hasta nervioso cuando percibe ciertas cosas) si es que tiene que ser alguien de fuera de su organización quien le diga algunas cosas que deberían resultarle obvias si no estuviera Vd. bajo el influjo de lo que Raúl del Pozo tan hábilmente denominó "el cautivo de la Moncloa", señalando que "En la Moncloa, o salen chiflados o creyéndose Napoleón». Del Pozo va a tener que añadir otro concepto que añadir a la pareja para convertirla en trío, adicionando la expresión "o se vuelven directemente imbéciles".

Pase que Vd. no hable perfectamente; nadie lo hace. Mi acento, sin ir más lejos, me imposibilita para pronunciar las "erres" de manera correcta, y las "eses" se me resisten desde siempre. Pero hombre de Dios, no hagamos una virtud de ello. No pronunciar las "des" como "des" sino como "cetas o zetas" no es motivo de escarnio, sorna o desprecio, no puede serlo, pero sí puede y debe serlo el presentar esa particularidad de su lenguaje como algo quasi admirable.

Está bien que el PSOE intente que los chavales cada vez tengan menos cultura (mejor para las expectativas políticas de la española izquierda), que les dejen pasar de curso con cuatro suspensos y que se carguen, vía Decreto, la cultura del esfuerzo. Pero hombre, de ahí a animar Vd. al pueblo, a la plebe, a la masa, a que hagan virtud de la falta va un trecho.

Lo malo de todo es que Vds. saben que ese tipo de planteamientos populistas (rectius, video con imágenes de cercanía personal, de hombre de la calle, con defectos, sonriente, simpático, buenrrollista...) tienen éxito, mucho éxito en la tesitura sociológica actual.

Tenemos un presidente que, en vez de intentar hablar mejor, hace bandera de su defectuosa pronunciación y sobre esas bases se comunica con los ciudadanos; "soy un ciudadano como tú, tengo problemas para pronunciar, pero no pasa nada, buen rollo, libertad, paz, diálogo..." es lo que escucha el oyente que, por circunstancias de la vida, no ha podido o no ha querido construir un mínimo filtro cultural o intelectual que le permita discernir el significado real de lo que físicamente oye.

Cualquiera con algo de sentido crítico escucha otra cosa: "no soy un ciudadano como tú, en mi caso no importa que hable mal, porque ya he tocado poder y no me faltarán posición, títulos y emolumentos hasta el día que me muera; tú eres estúpido y vas a creerte que somos iguales los políticos y los ciudadanos, que puedes llegar a lo más alto sin esforzarte, sin intentar pronunciar las des como des, ¿para qué emplear esfuerzo y medios en formarte, si te lo vamos a dar todo hecho?, vótame, soy como tú...".

Antes me refería a "lo malo"; ahora vamos con lo peor: "todo se puede decir con una sonrisa", señala el instructivo video del PSOE. ¿¡Cómo¡?

No, Sr. Presidente: todo no se puede decir con una sonrisa, por mucho que Vd. y el Sr. Blanco se empeñen. No se puede decir con una sonrisa a los familiares de los dos fallecidos en la T-4 que la ETA está haciendo reivindicación política, o que sus hermanos e hijos han muerto. Eso no se puede decir con una sonrisa. Y tampoco se puede decir con una sonrisa que han llegado seis ataudes desde Afganistán conteniendo seis cadáveres de soldados del ejército español. Tampoco puede decirse con una sonrisa que hay padres que no pueden educar a sus hijos en castellano en Cataluña, ni que anualmente mueren millones de personas por falta de alimento.

No puede decirse con una sonrisa que han muerto cientos de personas ahogados por viajar en pateras hacia España. No puede decirse con una sonrisa que en China se aplica la pena de muerte a ocho mil personas al año, que en Irak mueren decenas de inocentes cada día, que en África se lapida a mujeres hasta la muerte a diario, y que hay familiares de cualquier lector que morirán tras terribles sufrimientos y lucha contra enfermedades crueles en los próximos meses.

Sr. Presidente, entérese: en el mundo, en España, en Madrid, en Cuenca, pasan cosas malas, muy malas, todos los días, algunas de ellas crueles, relacionadas o no con el gobierno que Vd. preside. No se empeñe en que una sonrisa es la solución para todo, porque no lo es.

Si Vd. no se ha dado cuenta de eso y el video y lo que representa le han parecido bien, Vd. se ha vuelto (o ya lo era pero lo ocultó bien) directamente imbécil.

Perdón, quise decir IMBÉZIL.

Monday, October 15, 2007

¿Democracia totalitaria?

Estos días pasados, en relación con la anunciada objeción de conciencia ante una determinada ley, hemos podido escuchar a varias personas (dudé sobre si escribir personajes, pero me ha dado nosequé) intentando cerrar el debate de manera abrupta. Me refiero a la ley de la Educación para la Ciudadanía (EpC), en cuanto al objeto (podía ser cualquier otra, pero en este caso es la que es), al ministro de sanidad, a José Blanco y a la vicepresidenta del gobierno en cuanto a los sujetos. Bien.

De José Blanco, la cara más activa del PSOE, uno espera errores de bulto, de kilo, de estudiante de la ESO, de ágrafo y de muchas otras cosas. El hombre no da más de sí, por lo que no se le puede exigir otra cosa, y encima se dedica a la política, lo que constituye una peligrosa mezcla. Sin embargo, de los otros dos citados (la vicepresidenta y el ministro) uno espera un poco más de seriedad o, en su caso, de conocimiento.

Una y otro, ante la cuestión de la objeción de conciencia, han declarado que los ciudadanos deben cumplir las leyes emanadas de un parlamento democrático por los cauces establecidos, deben cumplirla y punto. “Estamos en un país democrático en el que el Parlamento dicta leyes y los ciudadanos responsables las cumplen” manifestó Bernat Soria. La vicepresidenta dijo algo parecido, que las leyes hay que cumplirlas y yastá, que no hay debate que valga.

Ya hemos dicho que los antecedentes de José Blanco le dan el derecho a homenajear a la estulticia cada vez que abre la boca, y esos mismos antecedentes nos quitan a nosotros el derecho a sorprendernos. Por eso a nadie debe causar extrañeza su elevado razonamiento sobre el particular: No se puede acusar de totalitario a un gobierno elegido en el seno de una democracia parlamentaria, ni porque niegue la posibilidad de objeción de conciencia ante la EpD ni ante cualquier otra cosa. Bien, de nuevo, y vamos concluyendo.

A los primeros, autores de declaraciones radicalmente carentes de base jurídica y moral, decía que debe exigírseles o seriedad, o conocimiento. Si han dicho lo dicho con conocimiento de lo que hay (y la vicepresidenta es jurista), o sea, saben que la cosa no es así ni mucho menos, hay que exigirles seriedad, en el sentido de que debían atenerse a la realidad de las posibilidades jurídicas de objeción, aquéllas que tan bien sabía la vicepresidenta cuando desde el PSOE se alentaba la objeción de conciencia frente al servicio militar obligatorio (eran otros tiempos ¿verdad Dña. Mª Teresa?) y que sin duda ha comentado con su compañero de Consejo de Ministros. Vamos, que intenten no ser cínicos.

La alternativa a la cumplimentación de la exigencia de seriedad es el conocimiento: Si es que no saben que el derecho a la objeción de conciencia está amparado por la Constitución española (pero ¿cómo no van a saberlo si lo han ensalzado cuando les ha interesado?¡. Calla, hombre, no emplees la lógica que te van a oir... ), la exigencia de los ciudadanos, decía, debe trasladarse al conocimiento, o sea, que si no saben no hablen, que se enteren bien de las cosas antes de pronunciarse sobre ellas, que no se puede ser tan iletrado como para soltar frases de ese jaez sin inmutarse, al menos desde el púlpito de vicepresidenta o de ministro. Que no, hombre, que si no estás preparado para el cargo, o no haces caso a los técnicos que te asesoran, te tienes que ir a tu casa.

La idea que transpiran las palabras de ministro y vicepresidenta es la de una sociedad en la que las leyes son justas por el mero hecho de ser leyes; en la que la formalidad cumplida significa carta blanca para el contenido; en la que el ciudadano no tiene la más mínima posibilidad de oponerse a leyes injustas, aunque éstas puedan se aberrantes, y aunque se legisle sobre cuestiones de la esfera íntima de los ciudadanos (¿por qué no, llegado el caso?). Una sociedad con un gobierno totalitario, en la que éste regule absolutamente cada parcela de la existencia de sus ciudadanos sin que éstos puedan decir ni mu (o mejor dicho, en la que lo único que puedan decir no sea ni siquiera muuu, sino beeeee) ante invasiones de su esfera de libertad.

Acabo. Vicepresidenta: los ciudadanos no están ahí para obedecer todo lo que llegue del parlamento, aunque haya pasado todos los trámites formales, y Vd. lo sabe (y si no lo sabe, dimita y vuelva a la facultad de derecho). Las normas manifiestamente injustas pueden (y deben) ser contestadas por los ciudadanos, no faltaba más.

Ministro: los ciudadanos responsables no son los que se limitan a obedecer las leyes del parlamento, sino los que, como principio general de actuación, lo hacen, pero resisten cuando dichas leyes son injustas o arbitrarias. Éso es responsabilidad; lo otro es borreguismo, apatía y desinterés, pensamiento único y fin de la sociedad civil.

Termino del todo: Sr. Blanco, hombre, infórmese. Está claro que Vd. piensa que la democracia es incompatible con el totalitarismo, pero es que Vd. confunde totalitarismo con dictadura. Le resumo en dos líneas ( y gratis): el totalitarismo tiene que ver con la amplitud o estrechez del ámbito de libertad personal que el estado deja al súbdito, dejando dicho ámbito reducido a la nada a través de regularlo todo, incluso la conciencia y la intimidad del ciudadano (o borrego, en este caso); esa actuación se puede hacer por la fuerza, y sin más base que ésta, carente de otra legitimación siquiera inicial (o sea, constatándose una dictadura sin base democrática) o por la vía formalmente democrática, vía aprobación de leyes, aun ignominiosas, a través de los cauces parlamentarios previstos ( o sea, constatándose una democracia real en origen y formalidad).

En definitiva, un sistema puede ser perfectamente democrático y a la vez totalitario, entérese. No se enfade Vd., Sr. Blanco, cuando se califique al actual gobierno y su sistema como totalitarios: no les están acusando de dictadores, no se dice que nadie les haya votado. Se les está diciendo, para que Vd. lo entienda, que se quieren meter en todo, que quieren legislarlo todo, absolutamente todo, incluidas conciencias, pensamientos y moralidades. A ver si se entera. Hay y ha habido aberraciones muy democráticas, pero inaceptables por totalitarias, y hay y ha habido dictaduras nada totalitarias, pero inaceptables por dictaduras.

Termino ya del todo, dirigiéndome a los tres (ministro, vicepresidenta y Pepiño): gobiernen y legislen como quieran, pero no esperen que los ciudadanos (no todos, al menos) renuncien a su derecho a la crítica y a la resistencia fundamentada en la Constitución, cuando lo legislado invada sus conciencias.