Thursday, September 18, 2014

Campos magnéticos
 
 
Hay un ruido rápido y caótico alrededor. Todo se mueve a la vez. El hombre se sorprende de que nada se desmorone. Ha ido al confín norte del universo y acaba de llegar de vuelta, para encontrarse con una lluvia militar y con un himno ensordecedor de rayos, truenos y ecos.
 
Tuvo un sueño en el que era un tipo normal con una familia normal, con dos hijitas y una esposa amable. El sueño duró lo que el viaje de vuelta, unas dos horas, pero los efectos han sido de veinte años. Los malos y los buenos.
 
Suena el mar, abre otra vez los ojos y se ve durmiendo, con cara de estar envejeciendo mal. Toda la vida pensando que uno debe conocer la verdad, perseguirla y hacerla suya y, al final, se pregunta para qué coño le vale, si es una mierda. Una mierda se mire como se mire.
 
El hombre se planta delante de Dios, que lo mira y lo observa por encima de lo que sea que está leyendo. Le ve la cara de "¿esto era?" y Dios le dice que sí, que esto era, y que ahora ya no tiene remedio. De repente todo cuadra, y al hombre se le presenta la historia del mundo desde el inicio del tiempo, rápida como el aire y sólida como la roca.
 
Sí, esto era. Y siente que va a empezar a llorar un llanto universal, pero no lo hace, porque da igual. Blasfema mentalmente lo más sucio que al hombre se le ocurre, pero Dios solo alcanza a perderle la mirada y volver a sus letras con cierta cara de amargura, con la expresión del que también tiene sus problemas.
 
 
 
 

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